Hacer maletas es partir un poco.
Empaquetar no recuerda la finitud e insoportable concreción de lo palpable, tan accesorio como apetecible. Texturas, colores, dobleces, nudos que se adhieren a nuestro caminar por un tiempo tan desconocido como fatalmente caduco.
Y en el pecho, ese anticipo de regusto salado que que reverdece cada vez que me voy sin saber si volveré.
Si no tuvieramos tanto apego
RispondiEliminaa nuestras capas de cebolla,
no tendríamos tanto miedo a admitir
que tras cada prenda, verbo u objeto abandonado,
tras cada roce de maleta,
perdemos algo de lo que fuimos
(no necesariamente mejor),
pero incluso ese peor es preferible
a la calma tóxica del estancamiento
o a la corteza...
Happy new life! ;)
Me encanta hacer maletas...
RispondiEliminaMe encanta!
Siempre te dejas algo en los lugares que has estado. Deseo lo mejor para ti en éste 2012. Sigue regalando poesia!
RispondiElimina