Chundachundachunda.
Cierro los ojos. La gomina y el humo impregnan mis pupilas. Balanceo mi cadera al tiempo que me siento arrollado por una horda, relajada pero decidida, que invade los pocos resquicios de oxígeno que me rodean. Tachúnta-chún. Abro los ojos y reanudo disquisiciones filosóficas en tu oído, elevando el vaso por encima de mi hombro mientras aparto tu melena a golpe de mentón.
Las hordas se suceden, convirtiendo nuestra parcela de suelo pegajoso en una isla de vaivenes junto a la riada de miradas de soslayo, empujones gratuitos y pasos vacilantes. Titirirititití.
Ven, bailemos un rock :)
RispondiEliminaTodo lo que a uno se le puede ocurrir con tan solo cerrar los ojos.
RispondiEliminaUn' abbraccione, Orologiao
José Roberto Coppola
Cómo me alegra leerte siempre, siempre, siempre.
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